Amar por dentro. Plenitudes del vértigo y la entraña. Haber amado. Síntesis de glúcidos y lípidos. Poder odiar. Poder por dentro. Odiar, haber amado. Ácidos, bilis, bolo alimenticio. Manjar de las bacterias y detrito para abonar la siembra de otros monstruos.
(Menos mal que aún nos queda el boliche encantado)
Pero esta vez no le llegó ni siquiera una respuesta de cortesía.” (D. BODANIS, E=mc2)
No, el silencio administrativo no es la ausencia de ruido en las gestorías y las delegaciones de hacienda. Pero admite que ni siquiera la respuesta más cortés puede paliar la decepción que te causa una negativa. Más valen los síes maleducados que todos los noes silentes o cantarines. En cuanto a éstos, ya lo dice el bolero: "Si tú me dices no, lo dejo todo."
Toda persona, por el mero hecho de llevar una gorrilla, posee el derecho inalienable a comprar una vivienda digna con un geranio en la ventana, con una tele en cada alcoba y un teléfono cargando en cada enchufe. Una casita alegre en que vivir encadenados por el resto de las transmigraciones del alma como viven los profetas en sus libros, dicho sea sin ánimo de ofender, que Dios nos libre, a las religiones y entidades financieras envueltas en la cuestión. Así son nuestras vidas de pescados, así nuestra sagrada Hipotecracia: amable y despiadada. Con soltura tiende sus anzuelos y nosotros, coleteando de ansia en un barril, qué vamos a hacer sino picar agradecidos.
Cada uno en su casita de chocolate, cada cual con su portátil y su móvil, prótesis que colman nuestras vidas sedentarias. Dos y tres excursiones semanales a los centros comerciales de concentración con localizadores infiltrados en el ceño para que no nos extraviemos por los patios. Para que nos puedan cobrar nuestras deudas así como nosotros cobraremos a nuestros deudores. Para no dejarnos huir de la tentación. Amén. Galeras. Gorritas. Casitas de chocolate blanco.
“Y parecía indicar que todo se había acabado: la búsqueda del amor, la creencia en su supremacía.” (M. AMIS, Experiencia)
Los peores cambios de ánimo son aquellos que te inducen a creer que son definitivos, disimulando así su condición de estados transitorios en tu camino hacia los no-lugares. Esa naturaleza tramposa provoca un parpadeo entre el sentir genuino y la neurosis. Un poco de perspectiva, por favor: clava lejos tu mirada, otea el horizonte y estudia los puntos de fuga.
Trompas y cuerdas llaman al Christe en fa sostenido menor. La soprano canta su frase y la cede al bajo, para iniciar un contrapunto que concluye por sorpresa repitiendo un Re en lugar del esperado Mi. No pasa nada, todo en orden; al fin y al cabo es la séptima que permitirá modular a La mayor. Sin embargo, para mí esa nota (4' 16'') anuncia lo que ha de seguir: el hombre solo ante el dios del universo en el drama musical más sobrecogedor que jamás se haya escrito.
Beethoven: Missa Solemnis en Re mayor, op. 123. Moser-Schwarz-Kollo-Moll, Hilversum Radio Chorus. Leonard Bernstein, Concertgebouw Orchestra
“¿Hay alguien que, aceptando esto, pueda sostener que todas las cosas no están llenas de dioses?” (PLATÓN, Leyes)
Aceptando “esto”, y si las cosas están tan llenas de dioses, ¿no habrán por ello de ser, estas mismas cosas, dioses o excrecencias de los dioses? Sea como fuere, es un alivio que no todos los días te levantes panteísta, y que antes del segundo sol-y-sombra a cualquiera le resulte difícil plantearse premisas metafísicas de tanta enjundia.
Lo reconozco, llego tarde. Pero es que hasta ayer no viví la epifanía. Son muchos años sin ver a Brook Shields en movimiento (y casi siempre desnuda): "Pretty Girl", "El Lago Azul"... Ella y yo éramos tan jóvenes. En cuanto a Jackson, para mí siempre será, y así lo prefiero, el hermano mayor de Robinho. De su depravada metamorfosis no quiero acordarme, aunque me acuerdo.
Pero he aquí que viendo "Lipstick Jungle", un remedo de "Sex and the City" donde la Shields aparece vestida y madura, supe al instante lo que Michael le pedía a cada cirujano: "Doc, porfi, déjame como mi mejor amiga." Y sí, le han ido dejando como ella, pero más bien como el reflejo espectral de la cursilinda actriz, la Verónica Mengod del Imperio: en concreto, como su cadáver. Más que operaciones de estética, el pobre chavalillo ha sufrido un thriller de sucesivas autopsias. Más que los colegas del doctor House, le han operado los amigos de Tim Burton.
Otro día daré mi explicación cubista del devenir de MJ. Adelanto que me temo se deba a una posesión diabólica, sutil, eficaz, devastadora. ¿El diablo en cuestión? Prince, quién si no.
Soplan malos vientos, dicen. Y no es que lo digan: es que soplan. Se caen los árboles sobre los tejados, los tejados sobre la gente, la gente se cae una encima de otra. Grandes olas se llevan a los incautos, a unos a la ruina, a otros al fondo del mar, que no deja de ser otra forma más drástica de ruina. ¿Qué hacer ante tiempos tan furiosos? ¿Qué gesto adoptar? Yo sugeriría una postura aerodinámica, y esperar que el huracán no te lleve por delante y con el tiempo, con la primavera del dinero y de los meteoros, todo se vaya colocando cabalmente según un orden fulminante, como dijo Breton el simpático.
Entre tanto, como si tal cosa, el Gobierno propone paliar los efectos de la crisis con una suerte de medidas homeopáticas: ya que nuestro modelo económico, basado en la construcción en cemento y naipe, se derrumba, concedamos nuevas ayudas a los ayuntamientos para que redecoren su hogar. Nunca es mal momento para ir a IKEA.
Hay que reconocer que se trata de una decisión democrática hasta los tuétanos: devolver el poder al pueblo. En concreto, a Villatocinos de Artajo, cuyo alcalde decidirá en breve la contratación de todos los que, entre sus fieles votantes, se encuentren en paro, sea obrero o simplemente cinético.
El proyecto no es baladí: ya que no caben más balaustradas de yeso, que tan prácticas y decorativas resultan para separar el ganado de la ciudadanía, se construirán nuevas glorietas. Cierto que tampoco caben más glorietas, no hay tramos de calzada libres, pero ello no es óbice para innovar, palabra mágica: se erigirán, donde se estime conveniente, glorietas sobre glorietas. Es más, las glorietas superiores serán levógiras, de manera que los traficantes (sic) den vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj, con lo que además se gana tiempo. En definitiva, otro éxito del gobierno, que donde pone el ojo, pone el mejor gestor en el mejor puesto. Que aprenda Obama, el otro simpático.
Podría parecer que estoy en contra de las glorietas, dado el cachondeo que me traigo. Antes al contrario: suelo perderme en ellas, degustando la hermosa sensación de recrearme en decidir qué salida tomar. A veces doy hasta tres y cuatro vueltas, las últimas ya del todo innecesarias, por puro placer, gustándome.
¿Que cuál es el secreto de tanto goce? Muy sencillo. Las glorietas me permiten ejercer, una vez dentro, el único poder a mi alcance: el de la preferencia. Qué más puede pedir un paria en días de furia.
Martiriza tu pudor, cuerpo desnudo. Sal de tu ensueño, escandalízanos. Muéstranos tu pecho misericordioso a los niños más indignos e indecentes, a los hipócritas, los espectros lúbricos de la ciudad de la sed y de los hombres. Exhíbete en el flan de tu vergüenza, déjanos tatuarte las infamias sin excusa de playas ni de alcobas sin más naturaleza que tus piernas desplegadas, tus manos a la espalda, tu vanidad ausente.
Cuerpo presente, bebido y devorado, mantequilla, emperatriz, dibujo de agua, baila por nuestros bulevares y mercados persas, tómanos el pulso, súbenos la fiebre y haz que imploremos impotentes una sola gota desprendida salada diminuta punto final de la pasión de tu victoria.
Quien ha sobrevivido a un terremoto debe quemar la casa y el sombrero. Curtir su soledad en los caminos abiertos por el fuego y las arañas.
Leal al horizonte del desierto, ha de rodar desnudo por las dunas hasta que salgan los escarabajos ocultos en los puntos de los dados a bendecir su suerte y a dictarla.
(Soy nómada, soy libre o estoy loco. La tierra tiembla y yo prendo una hoguera.)