El 16 de mayo del año de cierta gracia de 2009, ha tenido lugar con gran éxito el estreno mundial y musical de Leo Ballesteros, niño del bosque. Eso sí, de momento, ha debutado sólo como público. Lugar, Konserthuset (Estocolmo), lleno hasta la mismísima escalinata de entrada, donde los turcos venden fresones. Orquesta, la Sinfónica de Gotemburgo bajo la dirección de Gustavo Dudamel, y un atractivo programa integrado por primeros espadas de la categoría de Esa-Peka Salonen ("Insomnia"), Tchaikovsky ("Concierto para violín") y nuestro amado abuelo Ludwig van ("Sinfonía en do menor").
La actuación de Leo en primera fila central, stringendo il tempo e sempre piú allegro, despertó la admiración de los intérpretes, hasta el punto de que el propio concertino invitó al pequeño melómano a subir al escenario una vez acabado el concierto, y le regaló un ramo de flores en señal de gratitud y reconocimiento. Quede constancia de ello y sigamos de cerca, sobre todo yo que soy su padre, a este joven maestro que dará mucho que hablar mientras suenen las sonatas y los astros perseveren en sus fugas.
Aquí yace August Maximilian Myhrberg, héroe obstinado y adalid sin patria. A la sombra del musgo de una piedra, al son de los chiquillos de una escuela descansa aqui otro aventurero andante que conquistó la dicha en la derrota, Allá en Polonia, en la Ática otomana, en la soberbia Iberia subyugada, Honor, Piedad y Entrega como lemas con dios, sin dios y por los hombres libres.
Nada sirvió de poco y todo cuenta. Más fuerte fue la arteria que la espada, más pesaron los trigos que los hierros. Pero al cabo la tierra no se inmuta ni con los niños que juegan cantando ni con las primaveras de las tumbas.
“La mejora económica sería la clave para la reelección del presidente.” (B. WOODWARD, Greenspan)
No te lamentes de tus malas rachas hasta que tengas la total seguridad de que todo se debe al antipático destino o a la pertinaz conjura de los necios. Antes de nada comprueba si tú has cumplido con tu parte: si así fuera, quizá debas considerar la posibilidad de atenuar alguna de tus virtudes para salir del mal paso.
“No hablemos de los resultados, porque me entristezco.” (J. CORTÁZAR, Imagen de John Keats)
Conforme se aproxima el final de cada temporada, sea futbolística o académica, conviene ser prudente si surge la ocasión de tratar ciertos temas o de participar en ciertas conversaciones. Sobre todo cuando los exámenes te parecen retos insuperables o cuando eres seguidor del Atlético. Si en ti coinciden ambas circunstancias, más vale que evites todo contacto humano al menos hasta el soslticio.
Se puede ser muy pobre y tener vaca, una vaca sin leche ni cornetas. Se puede ser de por vida lactante y llegarse a morir a algún establo sediento y asaetado por las musas.
Se puede andar descalzo y ser amado sin de ello deducir causas o impuestos. Se pueden imponer sin condiciones alas de bogavante a nuestros héroes y que estallen orquestas y mugidos.
Se puede ser un ángel mentiroso y salir a volar todas las noches. Podríamos dormir mientras volamos. Podríamos bailar mientras dormimos si mi música anida tus latidos, si tu respiración mece los míos.
“No era joven ni vieja, sino intensa como lo suelen ser los gitanos.” (C. LOZANO, Sexo, Surrealismo, Dalí y yo)
La edad carece de importancia como dígito, salvo a efectos administrativos. Lo relevante es la intensidad de lo vivido y el ámbito de lo vivible en cada momento. Establecido, pues, que los amperios cuentan más que los años, tú sigue dando calambre y palmas festivas por bulerías.