“He oído decir a algunas señoras que a España es peligroso ir.” (A. GANIVET, Cartas finlandesas)
Eran sin duda otros tiempos: había Señoras, había Españas. Ahora todo es más complicado, lo cual no deja de ser una ventaja, tal como está el turismo de masas. No obstante, conviene puntualizar, ya de paso, que visitar Finlandia en aquellos días tampoco era recomendable salvo en casos de estricta necesidad, y aun así bien armados hasta los dientes y siempre de negro hasta los pies vestidos. Y con calzones largos. Como un rey o una dama españoles. Que se notara quién mandaba en el tablero.
En la era remota y ya olvidada de los grandes fuegos brotaron de unas mieles mundos machos, guerreros y cantores. Reinaba el rey Abejo sus milenios en las antiguas colmenas rodeado de un ejército de soldados libadores, arquitectos, alquimistas y un sinfín de obreros golositos. Las hembras se ocupaban de las larvas y las celdas, plegadas sus alas mudas y sus vientres en apática espera de otras mieles más fecundas.
Pero tanto vuela el tiempo de las especies rápidas que en la Melisfera mudaron las querencias, los remedios, las costumbres. Y la inconmovible Naturaleza, al sentir que Ellos se volvían prescindibles, los fue trocando por Ellas.
Así hasta el día en que el último rey macho dictó para sí mismo su epitafio: “La vanidad ajena nos es insoportable: ¡nuestra propia vanidad no la tolera!”. Desde entonces reinó la reina Abeja en las colmenas nuevas, el diapasón de las hembras resonando por millones. Hoy apenas desafinan los hexágonos unos cuantos zánganos zumbones de vida breve, ligera y por completo dedicada a la más incandescente pasión de la existencia.
Sin mortificarse, juanmartines, nalbandianes, chuchos desmayados. Sin sobrarse, felicianos. Al contrario. Que somos hermanos, che. De historia, de genes, de lengua, de vicios y virtudes y hasta de admiraciones mutuas, coño. Cada uno en su calzón, rivales pero fraternos, a ver si nos damos cuenta de que si no nos queremos y apoyamos entre nosotros, no hay ni habrá quien nos dé bola. Ya basta de ser boludos, collons. Y si hemos de serlo por fuerza, que todo quede en familia.
Quien tenga oídos, que oiga, acá en aquesta pell de brau y plus ultra a través del espejo de la mar océana.
“No hace el numen el que lo dora, sino el que lo adora.” (B. GRACIÁN, Oráculo Manual y Arte de Prudencia)
Ya no tienes edad para ser fan. Repítetelo hasta convencerte, tengas la edad que tengas. Pero vamos, que te quede bien clarito. Como mucho, confórmate con ser admirador sereno de la belleza interior del numen en cuestión, de cuya belleza exterior tienes vedado otro disfrute que el de su eventual contemplación mística. Deja que te inspire. Deja que te expire. Y sobre todo, nada de grititos.
No me despierta la luz ni el canto de los pájaros mientras transito en sueños por las catacumbas del secreto. Son unas carcajadas de gaviota las que me devuelven violentamente al agujero en virtud de la ley gravísima de las manzanas.
Así que sigo solo y renegrido en mi mazmorra, mas yo también me río como un demiurgo preso y loco, como el enano de Lagerkvist, esperando a que el amo me extrañe y me libere. Sí: quien espera desespera, quien se frena se desenfrena. Pero la risa es más ligera que el aire y flota sin ton ni son. Gas hilarante y risa gaseosa. Anestesia y catarsis.
Cómo no reír si todo es una broma... La piedra y la negrura. Las ratas, las nubes, las coles y las cumbres de Bruselas. El amor y la muerte y las sardinas. Por eso se tronchan las ásperas gaviotas cuando desayunan en la orilla su carroña. Por eso yo me troncho y me atraganto royendo el grave corazón de una manzana.
He aquí un blog indispensable y un hombre necesario: "Els enigmes musicals", de David Puertas. El David, polifacético monomaníaco y, cosas de la vida, profesor de música en el IES Can Puig de San Pere de Ribes (Barcelona), se inventa un espacio de curiosidades musicales dedicado principalmente a los alumnos de secundaria (es decir, prácticamente toda la ciudadanía occidental, en su perpetua, alegre y torturada adolescencia). Atención también a sus sidokus, sus diagons y cualquier cosa que brote de tan benéfica personalidad con barba y con flautines.
Por cierto: el blog está en catalán. Mejor todavía.
La materia ni se crea ni se destruye: sólo se incendia y así transforma la furia en grito y el odio en llama, en aire caliente que se eleva hasta condensarse en las alas de los aviones y caer. Y caer convertido en alguna forma sólida o grave de materia inflamable y de sangre de lanza en el costado.
Por eso arden los coches y los barrios y ardiendo tú también transformas con las manos la materia, doblas el hierro, a gritos lo sometes. Fuegos prendes con los dedos. Con los puños y los codos, barricadas. Reencarnas con tu furia el aire en hierro, la lluvia en millones de martillos, la resistencia en calor de primavera.
Por eso otra vez la llama, por eso el viento caliente que se eleva hasta condensarse en los picos de los pájaros y caer. Y caer convertido en odio helado, imprescindible para que todo gire y el crimen se cometa. Para que palpite eternamente la venganza. El odio ni se apaga ni se consume: sólo se condensa.
Dramas de todos, dramas del mundo por los que darnos el pésame como si nos pesara. Yo te acompaño tú me acompañas en el sentimiento de estar dolidos un rato, el rato en que toca dolerse cada cual de su molécula de duelo tan viva tan breve tan sentida como la vida misma de los otros, que no somos nadie por fuera un poquito.
Palidez de las mareas o arreboles de pasión en los estadios, tanto nos da si apenas son dramas del mundo, dramas de todos que allí donde la vida misma es mucho y siempre va por dentro, allá en la entraña de las dentelladas, sólo son dramas de nadie.
A vista de rana percibo el temblor de la tierra, la frondosidad de la charca, preso del ángulo desde donde parece infinito lo pequeño y admirable la disciplina arquitectónica del hormiguero.
A vista de hombre me concentro en el olor y en la música de los cuerpos, en el tacto y los desastres de la guerra, en el crujido de las flores secas bajo el paso de mis pies, de las horas y los años, en el aleteo de una mariposa y un tornado, en un paisaje vertical sin sol ni sombra.
A vista de águila se me enrarece el aire, la gravedad titubea y la escala recompone mi dibujo fundiendo detalles, restando vanidades e importancias. Abajo se distinguen dos corderos; arriba, el humo de mi memoria sorbida por la troposfera.
A vista de estrella se me detiene el tiempo, absoluta quietud, velocidades máximas. El verbo se suspende en un calderón helado sin pasiones que embistan, sin estelas, sin recuerdos. Allí ya llego solo, risueño, casi eterno, frente a los campos de luz que prevalecen tras la última frontera de la conciencia.
Pura Salceda, niña querida de este espejo, presentó alegremente sus nuevos poemas, editados por Sial, el 12-N en el Ateneu de Barcelona. Nueva oportunidad el 3-D en el Ateneo de Madrid. Habrá quien se lo pierda, pero avisado queda.
(Cuando se secan los mares y se paran las turbinas flota Pura en las salinas con melena de lunares.)
Iguales como dos gotitas de agua, como tres gotas, como siete mares, como las botas de los militares, como un millón de niñas vietnamitas al padre y a su madre clavaditas, como los templos y los lupanares.
Iguales como dos ratitas viejas, como vecinos, como portavoces con las verdades siempre por delante y detrás las mentiras huerfanitas, como gotas de té, como dos coces la cima de la ciencia y las ovejas.
Igual que para ayer para mañana, siete esferas iguales y una danza, idéntico el afán y el objetivo, el infierno y la gloria del olivo, la cabeza apoyada en las caderas, los pies sobre la punta de una lanza.
“Sólo sabe ser amigo quien ser enemigo sabe.” (J. RUIZ DE ALARCÓN, La crueldad por el honor)
No hace falta que sigas un máster en cultivo y cuidado de enemistades para afianzar tus amistades más nobles y duraderas. Piensa, eso sí, en las ventajas que obtendrías si ganaras a tus adversarios para tu causa, y en la forma de hacer esto posible. No todo el mundo sabe lo cerca que está el odio bien gestionado del sexo en grupo.
“La indignación del pueblo maltratado pone armas en la mano del noble.” (D. HURTADO DE MENDOZA, Diálogo entre Caronte y el alma de Farnesio)
Si te sientes pueblo indignado, no te fíes de la mano del noble. Y si te sientes mano de noble, deja que el pueblo se busque la vida en las comisarías y en los juzgados, y tú quédate en palacio junto a la chimenea encendida, atizando a lo sumo el fuego.
“La fe que un enojo muda, fe no muy segura fue.” (M. SÁNCHEZ, La guarda cuidadosa)
Nada que un mal momento derrumbe puede ser muy sólido, a no ser que el momento sea excepcionalmente monstruoso. Por lo demás, poco llevamos dentro de indestructible, de irrenunciable, de esencial. Si acaso, algún que otro vicio. Al fin y al cabo, debes más a tus vicios que a tu fe.
Bruce Willis, el Resines yanki, suele interpretar papeles con un pasado espeso y tortuoso, se diría que escritos a medida para permitirle que se tire casi toda la película sin abrir la boca ni torcer el gesto, ya de suyo medio torcido.
El caso es que no me desagrada del todo. O dicho de otra forma menos equívoca: me desagrada, pero no del todo. Como Resines.
El viento nocturno barre los últimos cardos de la dehesa ante la mirada obtusa de un ternero. La luna desparramada tras las nubes cuaja los campos y las maquinitas. Un avión seca la noche, una sábana se empapa de bocados y nada perturba la cadencia de los avatares, ni siquiera mi rebuzno cartesiano.
Desde la cruz observo a mis androides bailar las geometrías del calvario enroscándose las piernas con los brazos para emular la condición humana. Pero no existe una emoción que de veras les despeine como tampoco conmueve mi mirada a las vacas ni a los vientos ni a los cables.
Está claro: soy un necio. Mis orejas y mi cola me delatan. Y con otros bichos raros me complazco en cantaros al oído que algo acaba. ¿Esta tormenta? ¿La noche? ¿La epopeya? Poco importa que así fuere: nuestras sombras confluirán de nuevo sin motivo y sin remedio, brazos abiertos, piernas cruzadas, cardos volantes, tal como cabe deducir de las ecuaciones que describen el devenir vacuno y cableado de los autómatas.
Considerando que los peces de aguas dulces y saladas son animales perplejos, y que en los orígenes todos fuimos acuáticos, los amigos de los peces proclamamos lo siguiente, como ideal común por el que habremos de esforzarnos y, llegado el caso, pedir cuentas con un arpón en cada mano:
1. Sea óseo, cartilaginoso o ciclóstomo, todo pez tiene derecho a hacer burbujas en el agua.
2. Queda abolida la esclavitud de los peces. Ningún pez podrá nacer en cautividad, excepto si se trata de un dibujo animado. Se desmantelarán las piscifactorías y se vaciarán las peceras. Se romperán las redes y las cañas, la palabra "pescado" será considerada insultante y las latas de conserva se venerarán como reliquias del holocausto.
3. Los peces abisales, guapos no son, pero dado que soportan grandes presiones y nombres tan raros como "linofrino" y "chiasmodón", los poderes públicos harán lo imposible por quitarles un peso de encima. Los peces de colores, listos no son, pero su libertad de pensamiento metafísico habrá de ser salvaguardada por Poseidón y sus tritones.
4. Toda sardina tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacífica, pero ningún salmón podrá ser obligado a pertenecer a un club de boquerones.
5. La cultura y las tradiciones subacuáticas deberán ser protegidas, de forma que el pez grande pueda seguir comiéndose al chico, y a los pececillos de la mar salada no les falte rico placton. Las migas de pan se destinarán en exclusiva a los patos.
6. Ballenas, delfines, pecios y hombres rana no serán considerados peces bajo ningún concepto, salvo si ellos, por propia voluntad libremente expresada, así lo desearan.
El Esperado, el Elegido, muy pronto el Ungido. El Negro, como la Moreneta. Aquel que dará respuesta a todas las plegarias del mundo, que traerá una nueva estabilidad económica, política, climática, que escribirá un final feliz a los dramas del racismo, el hambre, la malaria, las mujeres maltratadas, el trasvase del Tajo. El lobo pacerá con el cordero y el imam con el obispo, los talibanes se harán feministas, los banqueros, filántropos manirrotos, y puestos a cumplir imposibles, el Atleti ganará la Liga.
Y esto cuando ya nadie en su sano juicio creía que un político pudiera cambiar el mundo ni, lo que es más difícil, el establishment del poder. Ni, lo que ya es del todo ilusorio, la naturaleza humana. Pero se ve que los asuntos mundanos van reventando las alertas de seguridad que configuran, del verde al rojo, la desconfianza suspicaz, el escepticismo total y la desesperación casi absoluta.
Se ve, pues, que hemos llegado a la situación propicia para sustituir ese supuesto sano juicio por la compra de lotería, toca seguro; por la fe adolescente en el poder del anillo; por las profecías, ya socialdemócrata, ya neoliberal (y cínicas tal para cual), que anuncian distintas suertes de ecumenismo universal. Tertulias, columnas y fronstispicos abundan en comentarios expertos sobre el "efecto psicológico", como si en un último acto indisimulable de cordura reconocieran que Obama es un placebo. Mas el coro ya anda cantando la Nueva Era, y hasta McCain parece aliviado con su derrota.
Demasiadas expectativas, ¡oh, Hijo del Milenio! Más dura será tu caída si todo resulta ser otro sueño, otro espejismo en el desierto de Judea. Descolgado brutalmente de una cruz, tal vez ardiendo, como en un delirio de El Bosco sin la piedad de Van der Weyden ni de José de Arimatea. Ojalá que el Padre no te abandone esta vez.
Por eso, y en lugar de pedirle tanto, alcemos desde las provincias más palurdas y agradecidas del Imperio una oración sin ánimo de lucro por Obama de Nazaret, Kenia, Honolulu, Chicago. Y de paso recemos por nosotros mismos, juntos como hermanos. Mientras tanto, en los templos se siguen admitiendo apuestas y donaciones. Que para eso están, alabado sea Dios.