Uno se acostumbra a ser un asesino
como uno se acostumbra a las campanas.
A merodear camuflado por las nubes
con la gorrita rebosante de rutinas,
una navaja y un aipod en los bolsillos.
Niebla templada, viento del sur.
Olor a rescoldos de la lumbre,
olor a escuela recién abandonada.
Zumba el abejorro de la primavera,
la cigüeña vuela en círculo
sobre las ruinas de la ermita
mientras decide si entregar al niño
y llevarse a alguien a cambio
por no volver de vacío al nido.
Uno se acostumbra a las cigüeñas
como uno se apacigua en los rescoldos.
La tormenta flota en círculo
mientras decide si lanzar un rayo
sobre la torre del campanario.
Uno se acostumbra a las tormentas
y así, ya conforme con los truenos,
se va también uno acostumbrando
sin remedio
a ser asesinado.
viernes, 17 de octubre de 2008
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2 comentarios:
Hoy es un día grande! Frankan se hizo blog y se encarnó entre nosotros.
Bienvenido
Bienvenido Frankie,
Decíamos ayer que debe inventarse una verdad habitable; y nos gusta tu estilo de modo que insiste.
Tal vez así, como escribió Blake, la eternidad siga enamorada de las obras del tiempo.
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