jueves, 6 de noviembre de 2008

OBAMA DE NAZARET




El Esperado, el Elegido, muy pronto el Ungido. El Negro, como la Moreneta. Aquel que dará respuesta a todas las plegarias del mundo, que traerá una nueva estabilidad económica, política, climática, que escribirá un final feliz a los dramas del racismo, el hambre, la malaria, las mujeres maltratadas, el trasvase del Tajo. El lobo pacerá con el cordero y el imam con el obispo, los talibanes se harán feministas, los banqueros, filántropos manirrotos, y puestos a cumplir imposibles, el Atleti ganará la Liga.

Y esto cuando ya nadie en su sano juicio creía que un político pudiera cambiar el mundo ni, lo que es más difícil, el establishment del poder. Ni, lo que ya es del todo ilusorio, la naturaleza humana. Pero se ve que los asuntos mundanos van reventando las alertas de seguridad que configuran, del verde al rojo, la desconfianza suspicaz, el escepticismo total y la desesperación casi absoluta.

Se ve, pues, que hemos llegado a la situación propicia para sustituir ese supuesto sano juicio por la compra de lotería, toca seguro; por la fe adolescente en el poder del anillo; por las profecías, ya socialdemócrata, ya neoliberal (y cínicas tal para cual), que anuncian distintas suertes de ecumenismo universal. Tertulias, columnas y fronstispicos abundan en comentarios expertos sobre el "efecto psicológico", como si en un último acto indisimulable de cordura reconocieran que Obama es un placebo. Mas el coro ya anda cantando la Nueva Era, y hasta McCain parece aliviado con su derrota.

Demasiadas expectativas, ¡oh, Hijo del Milenio! Más dura será tu caída si todo resulta ser otro sueño, otro espejismo en el desierto de Judea. Descolgado brutalmente de una cruz, tal vez ardiendo, como en un delirio de El Bosco sin la piedad de Van der Weyden ni de José de Arimatea. Ojalá que el Padre no te abandone esta vez.

Por eso, y en lugar de pedirle tanto, alcemos desde las provincias más palurdas y agradecidas del Imperio una oración sin ánimo de lucro por Obama de Nazaret, Kenia, Honolulu, Chicago. Y de paso recemos por nosotros mismos, juntos como hermanos. Mientras tanto, en los templos se siguen admitiendo apuestas y donaciones. Que para eso están, alabado sea Dios.


2 comentarios:

Hombre muy lento dijo...

Amén.
¡Coño!

Anónimo dijo...

Eres un genio, poeta, capaz de cualquier cosa con tal de que gane el Atleti, lo que te honra ;)