viernes, 12 de diciembre de 2008

EL HOMBRE ANUNCIO




Soy un hombre anuncio a la deriva,
al pairo en la rambla océana de los diluvios,
mas no pierdo de vista el equilibrio
al compás del columpio abandonado.
Los niños han vuelto a las escuelas
y yo también estoy contento:
no tengo frío,
no tengo tabaco,
doy más por menos. Hago
de tu gata un sayo, de tu gorrita
un serón, de tu jardín
un piano, de un corazón
tu dos de mayo, de nuestros ojos
una clepsidra de ámbar para fijar los segundos en los siglos,
para sitiarlos hasta que la muerte los libere.

Soy un hombre anuncio cada vez más cerca
de alcanzar la perfección, de reinar con alevosía
sobre los títeres y las prosopopeyas.
Pues cuando me corone hablaré tres lenguas.
Callaré otras tres, las de mis padres.
Y si hubiere séptima,
será una bella lengua muerta larga y húmeda
de la que se conserven apenas los gemidos,
lo salado, lo insaciable.

Soy un hombre anuncio, soy feliz y si quisiera
anunciaría el Apocalipsis sin venir a cuento.
Pero yo no revelo: yo reverbero. Será por eso
que no tengo frío y que mantengo
el ritmo inexplicable de los columpios solitarios.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo a través del espejo
más de un espejo mohíno
reflejo fugaz, dañino,
sibilino circûnflejo.
En un dormitorio añejo,
al sur de la primavera,
veo espejos calavera
repletos como vacíos
de astucias y desvaríos
que alejo y traigo a mi vera.


¿Por qué has cambiado la versión original? Lo del dos de mayo me sonaba mejor que lo del dos de espadas.

Anónimo dijo...

Tu última espinela parece tocada por la resaca de las marquesas. Por lo demás, dos de mayo, dos de espadas, divinas simetrías. A saber cuál era la versión original. El caso es ir degrádandolo todo, como la vida misma, como Dorian Grey, a cambio del satori o de la eterna juventud de otras especies vertebradas. En fin, que yo qué sé, Nieves sibilina y hoy mohína.

Sintagma in Blue dijo...

Que me he enterado yo que el Apocalipsis lo anunciarán en fascículos coleccionables. En Planeta Angostini, of course.

Anónimo dijo...

Me digan para cuando con tiempo, y así encargo unos zapatos de tacón...

o, mejor, unas botas