lunes, 1 de diciembre de 2008

LA GRAN FELICIDAD




La gran felicidad es redonda y flota,
absorbe la música de las galaxias
e irradia todo cuanto vibra de hermosura.
Es intempestiva y mana sin cesar
del ombligo de los relojes cósmicos,
eternidad suspendida y el infinito en un punto.

Su grandísimo secreto se revela y se oculta como un guiño
conforme traspasa el corazón de los benditos
entre la turba de animales partidos. Por eso
los grandes felices se miran, se acercan y se entregan,
nada resulta extraño a su juego sin fatigas, ni la magia
ni los cuidados jardines de la lógica y de la matemática
ni los arrabales de la patafísica. En ellos todo fluye
alegremente como si no pudiera ser de otro modo.

Pero la gran felicidad sólo atraviesa espíritus enteros
como los niños, los delfines y algunos otros seres alados,
los únicos capaces de instalarse en el presente absoluto
desde el mismo centro del universo. A los demás,
alienígenas extraviados, sapos y pollos sin cabeza,
apenas nos caben las felicidades pequeñas que sentimos,
yendo y viniéndonos como reverberaciones del olvido,
y acaso como heraldos intermitentes
del futuro reencuentro inevitable.

4 comentarios:

Hombre muy lento dijo...

La gran felicidad Frankie, Ay.
Tienes unas cosas de…patafísico.
Porque es otoño en Pekín y todas las separaciones son tristes, muy en particular la separación local (sobre la hierba roja).

Y aunque no sabemos, escuchamos el lento assai del cuarteto opus 135 y Ludwig casi nos transforma en corazones enteros, en delfines lúcidos, tristes por la sospechosa acechanza del maravilloso Grave, que es inevitable.

Sintagma in Blue dijo...

Son pequeños trazos de divinidad con sabor a menta.

Anónimo dijo...

Clara mente casquivana,
jeroglífica mente ácrata,
marina mente pirata,
lícita mente kafkiana,
alquímica mente sana,
alegre mente inmoral,
mortal mente virginal,
espejo, demiurgo, numen,
reflejo, dardo, resumen,
Frankanmente original.

Felicidades por el boj.

Anónimo dijo...

Ya... pero ¿y esos momentos en que los sapos son príncipes?